Piratas de broma
Algunos piratas tenían apodos muy graciosos. ¿Cuál te pondrías tú?
Los piratas de verdad eran gentes temibles que atacaban barcos para apoderarse de los tesoros que transportaban.
Los piratas de verdad eran gentes temibles que atacaban barcos para apoderarse de los tesoros que transportaban.
Los que vienen a continuación no son exactamente así…
- ¿Bajamos al pueblo?. Me han dicho que en La Isla del Tesoro hay un loro alucinante.
- ¡Vale!
- Quedamos a las siete en la palmera que hay delante de mi casa. (…)
Los niños se quedaron en la puerta un rato largo, mirando el ir y venir de los camareros.
El interior de La Isla del Tesoro parecía la cubierta destartalada de un barco pirata.
Paco “El Majarón” estaba en la barra: tenía una mano cubierta con un trozo de cuero terminado en un garfio; y con aquel gancho abría botellas de cerveza con una gran habilidad.
Los camareros, con patas de palo o parches en un ojo, se tambaleaban por entre las mesas llevando bandejas y platos.
Mientras tanto, el loro gritaba como un loco insultando a todo el mundo.
- ¡Piojosos! ¡Inútiles! ¡Borrachos!
Miguel y sus amigos se reían mucho porque uno de los camareros, que tenía un ojo tapado con un parche, se chocaba con las mesas y contra las paredes:
- ¡A ver si pones más cuidado, Niceto! ¡Ya has tirado tres platos de boquerones encima de los clientes! –decía El Majarón.
- Jefe…, es que con el ojo tapado no calculo bien las distancias.
- ¡Pues te acostumbras! ¡Y no se te ocurra quitarte el parche!
Es muy incómodo, jefe… -se lamentaba Niceto.
- Más incómodo es el garfio que llevo yo en la mano y me aguanto.-
- Pero a usted, en el fondo, le gusta…
- Déjate de bromitas, Niceto, o te pongo una pata de palo.
El camarero juntó las manos suplicando:
- No, jefe… ¡La pata de palo no! ¡Qué tengo muy mal equilibrio!
- Pues no te hagas el rácano y vuelve al trabajo.
Los niños se reían desde la puerta y soltaron una carcajada cuando el loro comenzó a insultarlos:
- ¡Rácanos! ¡Inútiles! ¡Piojosos!
- ¡Ja, ja, ja! –reía Marta-. Tenía razón Nico. Es un loro alucinante.
Paco El Majarón les gritó:
- Vosotros, chicos, si vais a entrar, pasad; si no, largo de ahí, ¡que esto no es un circo!
Los niños entraron atropellándose en La Isla del Tesoro. En total, eran catorce.
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